Por: María del Carmen Alanís, Directora de Asuntos Corporativos de Coca-Cola FEMSA.
Hace un par de semanas falleció una gran mujer mexicana, feminista, estratega, líder y amiga, que fue y será siempre una de mis más grandes guías: María Elena Chapa. Defensora de la democracia paritaria y luchadora incansable de los derechos de las mujeres. María Elena destacó en la política desde muy joven, logrando ocupar cargos tradicionalmente asignados a los hombres y abriendo brecha para futuras generaciones de mujeres en ese sector.
Yo soy una de ellas.
Empecé a trabajar a los 19 años, mientras cursaba el segundo semestre de la carrera de Derecho en la UNAM. Siempre me llamó la atención el tema de la participación ciudadana, herencia de mi padre quien durante toda su vida impulsó el involucramiento de personas en la toma de decisiones públicas y sus entornos.
Su ejemplo, combinado con mi sed de aprender, ejercer el derecho y mis ganas de obtener independencia y libertad con responsabilidad, me llevaron a conocer el mundo del trabajo y el esfuerzo desde muy temprana edad.
A mí me tocó vivir dos décadas de transformación en México y en el mudo que me formaron personal y profesionalmente. Cuando ingresé a la Facultad de Derecho, la matrícula aún era mayoritariamente masculina, y en el ejercicio profesional el panorama era muy similar. A mis 19 años, era la más joven y la única mujer en el grupo de secretarias y secretarios en el Tribunal Electoral, y tuve que esforzarme el doble para demostrarles que podía hacer lo mismo, o incluso más que los demás.
Al principio me asignaban sólo trabajo administrativo: coser expedientes, acomodarlos y clasificarlos, pero lejos de desanimarme, eso me llevó a trabajar cada vez más duro y luchar mi gran batalla: que me dieran la oportunidad.
Siempre he estado convencida que vivimos en un mundo en el que, si te dan la oportunidad, tienes convicción y lo haces bien, puedes lograr todo lo que te propongas. Así que cuando ésta llegó, me aseguré de no desaprovecharla.
Conforme fue avanzando el tiempo, y siguiendo esa filosofía, en mis distintos trabajos logré ser “la primera” en muchos temas: la primera mujer secretaria, la primera mujer magistrada, la primera mujer presidenta del Tribunal Electoral, y la primera Secretaria Ejecutiva en el entonces Instituto Federal Electoral, hoy INE.
Pero a mayores logros, mayores retos y responsabilidades. Como mujer, cuando haces algo por primera vez tienes que hacerlo bien, porque no sólo estás abriendo camino para otras mujeres, sino también estás formando a una sociedad entera bajo la premisa de la igualdad de oportunidades y la igualdad de derechos.
El reto es enorme, porque es una realidad que, aún en estos tiempos en los que hemos avanzado tanto, las mujeres seguimos sin ser medidas con la misma vara, ni vistas con la misma lente.
Tras más de 30 años de labor en el sector público, el pasado mes de enero llegué a Coca-Cola FEMSA en donde ahora soy Directora de Asuntos Corporativos, también como la primera mujer en esta posición.
Durante toda mi vida he trabajado con grupos que han sido tradicionalmente discriminados o carentes de oportunidades: personas con discapacidad, personas migrantes, personas de pueblos originarios, y por supuesto, mujeres. El eje transversal de mi vida han sido los derechos humanos, y llegar al sector privado me ha dado una nueva perspectiva de cómo, desde esta industria, se pueden alinear esfuerzos para contribuir a mejorar las condiciones de vida de las personas.
Desde mi primer día en Coca-Cola FEMSA vi con gran emoción y alegría que llegué a una empresa con una cultura muy enfocada a impulsar la inclusión y la diversidad. Todas las mujeres y hombres que forman parte de esta empresa, estamos aquí por la misma razón: nuestro talento.
Pude ver con asombro la participación en distintos roles de las mujeres, no sólo en las oficinas corporativas, sino también en sus plantas y centros de distribución. He tenido la oportunidad de conversar con mujeres pre vendedoras y montacarguistas, que van sentando un precedente en temas de igualdad de género. Gracias a ellas, mi motivación es cada vez más grande.
Hoy, desde la nueva silla que ocupo en Coca-Cola FEMSA, estoy comprometida a continuar impulsando este cambio en la organización, promover una cultura incluyente y servir a las comunidades en donde operamos de manera sostenible e igualitaria.
Desde el área de Asuntos Corporativos, vemos los derechos humanos, la inclusión y la diversidad como los impulsores de la agenda y la licencia social.
Desde aquí, puedo afirmar que la sostenibilidad es el corazón de Coca-Cola FEMSA. Hoy en día, estamos haciendo un diagnóstico de todos los programas que tenemos en nuestras comunidades con enfoque a personas tradicionalmente excluidas, para identificar prácticas exitosas y replicarlas.
Nuestro compromiso es más firme que nunca, por lo cual trabajamos dirigiendo nuestros esfuerzos para sumar valor económico, social y ambiental en todos los lugares en donde tenemos huella operativa.
En lo personal, me siento orgullosa de pertenecer a una empresa cuya representación laboral en el corporativo es de 58% hombres y 42% mujeres, y continuamos trabajando para que el género femenino ocupe más posiciones de influencia. Tenemos grandes áreas de oportunidad para cerrar las brechas en todos los niveles.
“Las mujeres pertenecen a todos los lugares donde se toman decisiones”, palabras de Ruth Bader Ginsburg, la segunda mujer Ministra de la Corte Suprema de Estados Unidos y una pionera en la defensa de los derechos de la mujer. Y, efectivamente, eso estamos buscando en la compañía, impulsar a las mujeres en la toma de decisiones en puestos clave de la organización y, además, buscar que en nuestras comunidades, ellas puedan ser un referente de emprendimiento en el canal tradicional.
Estoy convencida que vamos en la ruta correcta; estamos en la región de América Latina, con operaciones en 10 países tan diversos como nuestras consumidoras y consumidores, y sabemos que somos un innegable agente de cambio.
En nuestras operaciones en Brasil, invertimos en la formación de mujeres incluso antes de ser contratadas; en Colombia, existen programas de liderazgo y encuentros que les permiten empoderarse y crecer en la compañía, mientras que en Argentina y Uruguay, se realizó una evaluación sobre prácticas y políticas internas, para lo cual convocó a un comité interdisciplinario con el objetivo de trabajar en un autodiagnóstico, identificando oportunidades y aciertos en el camino de la igualdad de género. Y la lista sigue.
Pero el trabajo no es sólo hacia adentro de la compañía, también tiene que ser hacia afuera, colaborar y escuchar a nuestras comunidades. Hoy estratégicamente estamos enfocando programas de licencia social para impulsar a las mujeres y evitar que se pierdan los espacios que se han ido ganando a consecuencia de situaciones como la pandemia, que vino a cambiarnos la vida, violencia doméstica, pérdida de empleos, entre otros factores.
En este sentido, resulta admirable ver el gran papel que están desempeñando las mujeres durante esta adversidad; desde aquellas que están en primera línea, hasta las primeras ministras de estado. Es innegable que el hemisferio de las mujeres tiene un grado importante de sensibilidad para los temas sociales y para la forma de administrar y de tomar control de las crisis.
Estoy convencida que es urgente que trabajemos para que todas las mujeres, en el sector en el que se desempeñan, tengan la posibilidad de participar, ingresar y ascender en igualdad de condiciones, pues ya estamos demostrando que lo podemos hacer.
Mi amiga María Elena resumía su lucha en dos palabras que yo tomé como filosofía de vida: resistir y avanzar.
Desde donde estemos, invito a todas y a todos a que sigamos avanzando.