El valor de la autenticidad - FEMSA
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El valor de la autenticidad

FEMSA

Por: Fernando Simón, Director de Recursos Humanos de Solistica.

 

Rafa es el más pequeño de mis tres hijos. A sus 4 años, aún no tiene filtros en su decir y actuar, por lo que sin duda es el más auténtico de la familia. Ver su actitud, su manera de expresarse y de ver la vida me lleva a reflexionar, ¿qué es lo que nos hace perder la autenticidad en nosotros mismos?

 

En días pasados, tuve el honor de ser invitado a un panel virtual organizado por FEMSA, en el que estuvo como invitada Shelly McNamara, Directora de Inclusión y Diversidad de P&G, y miembro de la comunidad LGBT+. Shelly y su esposa Cindy, criaron a sus 3 hijas enfrentando a un sistema que en ocasiones es muy injusto con las minorías. Esto le ha traído un sinfín de retos, pero también muchos aprendizajes que hoy comparte con el mundo laboral.

 

En su charla, hablaba precisamente acerca del poder de ser auténticos, y cómo es responsabilidad de nosotros como empresas, impulsar y apoyar esta autenticidad:

 

“La autenticidad, ser fiel a lo que uno es, exige una elección. Hay que elegir porque es mediante nuestras elecciones, sea como individuos o como organización, que vivimos nuestro objetivo y nuestras creencias. Y esto, es relevante tanto para la empresa, como para los seres humanos… porque sólo cuando somos reales, somos dignos de confianza.”, dijo.

 

Coincido totalmente. Colaborando en los diferentes negocios de FEMSA como Coca-Cola FEMSA, OXXO y ahora Solistica, he podido constatar que la confianza es el gran habilitador para poder experimentar la autenticidad.

 

Porque son en esos ámbitos de confianza, en donde nos es más fácil ser nosotros mismos. Es ahí, en donde nos sentimos cómodos, queridos, valorados y libres de juicios, en donde compartimos nuestras ideas de manera transparente y potencializamos nuestros talentos. En donde somos libres de crear, de proponer, sin temor a fracasar, a ser discriminados o tratados diferente. Y eso, sin duda es algo que tenemos que seguir impulsando dentro de la organización y dentro de las mismas familias.

 

El reto que tenemos como empresas, como individuos y como sociedad, es crear esos contextos que permitan y le faciliten a la gente que nos rodea, mostrarse como realmente son, auténticos, libres.

 

En una organización, todos somos corresponsables de la cultura que se vive; no es del área de Inclusión y Diversidad, ni del área de Recursos Humanos, ni es de los líderes de la organización. A todos nos corresponde crear un ambiente diverso e incluyente en donde permitamos que ser humano se realice, no sólo en lo profesional, sino en todos sus componentes.

 

Tenemos que crear el ambiente ideal que permita que el ser humano se expanda, que sea como es, que sea como quiera ser, sin que se le juzgue o se le aplique etiquetas. Todos tenemos el derecho a mostrarnos como somos, a ser auténticos.

 

Es importante reflexionar también, cómo en ocasiones el concepto de ser auténtico se confunde como “soy como soy, digo lo que pienso y no voy a cambiar”; de inicio, este pensamiento ya trae implícito un juicio de valor. El pensar que nuestras creencias son inamovibles inhibe la capacidad de aprender, la capacidad de asombro, la apertura de que todos tenemos derecho de pensar diferente, de tener otra preferencia, ya sea religiosa, sexual, o de cualquier tipo. Nos inhibe a ser inclusivos en nuestro actuar. Porque quien entiende lo que es ser auténtico, por ende, es incluyente.

 

Tenemos que ser fieles a nosotros mismos, a nuestros principios, preferencias, creencias y sentimientos, pero respetando siempre al de enfrente, entendiendo que nadie tiene la verdad absoluta. Partiendo del principio de que, para ser respetado, primero habremos de respetar.

 

Hace poco me encontré con una frase cuyo autor desconozco, pero que resume en gran parte mi pensar: “La autenticidad no es ser diferente a todos, sino igual a ti mismo”.

 

Constantemente miramos hacia afuera, comparando nuestras ideas y manera de pensar con el de enfrente, olvidando que hacia donde tenemos que mirar es hacia adentro de cada uno de nosotros. Tenemos que conocernos y escucharnos, y desarrollar esa sensibilidad interna que guíe nuestro actuar y nos permita generar los contextos necesarios para que la autenticidad florezca dentro de cualquier núcleo.

 

Decía también Shelly que “los grandes líderes, los grandes seres humanos, no permiten que se trate a las personas como inferiores”.

 

Por ello, como organizaciones, pero sobre todo como seres humanos, yo los invito a que nos comprometamos a evitar los juicios, los filtros y el señalamiento; debemos buscar siempre escuchar abiertamente al otro, promover la colaboración, arropar a nuestra gente y brindarles la confianza para que sean auténticos, sin ataduras…

¡LIBRES!

 

Fernando Simón, Director de Recursos Humanos de Solistica