La pandemia por COVID-19 que estamos viviendo nos deja, entre otras importantes lecciones, una mayor conciencia sobre los enormes impactos sociales y económicos que conlleva una crisis global, y nos debe hacer reflexionar sobre la cercanía de una crisis ocasionada por el cambio climático, con potenciales disrupciones de mayor magnitud y repercusiones globales; una en la que no bastarán tres ó cuatro meses para regresar a una nueva realidad. El impacto sería masivo y potencialmente irreversible.
Hasta hace algunos meses, el mundo se mantuvo escéptico de lo catastrófico que pudiera ser la llegada de una pandemia a nuestra rutina diaria. Hoy en día, este escenario nos ha demostrado lo frágil y expuestos que estamos a situaciones que pueden traer consigo un nivel de impacto tan profundo.
Un escepticismo similar aún existe cuando se habla del cambio climático; sabemos que se aproxima, pero para mucha gente sigue siendo inexistente, pareciendo muy lejano, o bien, exclusivo de otras regiones.
Sin embargo, debemos recordar que el cambio climático es una realidad. Es momento de reconocer y tomar acciones contundentes en temas ambientales, con el fin de evitar que el mundo enfrente una crisis de mayor envergadura a la que estamos viviendo debido al COVID-19; una crisis que puede ser devastadora a nivel global.
Puede haber debate sobre si la crisis sanitaria que hoy enfrentamos pudo haber sido evitada o no; sin embargo, recordemos que el cambio climático sí se puede prevenir. Todos vivimos en el mismo planeta, todos somos responsables de su cuidado; en el caso del medio ambiente, éste no reconoce clases sociales ni fronteras y las consecuencias de no hacerlo nos alcanzarán tarde o temprano.
La crisis económica y social provocada por el COVID-19, tiene a especialistas, médicos y sociedad en general investigando, elaborando análisis macroeconómicos, proyecciones y desarrollando soluciones sobre la marcha para una serie de problemas que parecen haber surgido de la noche a la mañana.
Por ello, es nuestro deber promover y concientizar sobre la importancia de cuidar el planeta entre la sociedad y, sobre todo, como empresas, implementar acciones urgentes en temas de sostenibilidad para prevenir y mitigar los efectos negativos del cambio climático. Quizá la inversión que se requiera pueda parecer muy grande, ya que resulta difícil ver su verdadero valor cuando el problema aún es invisible en algunas regiones; sin embargo, este costo se verá muy pequeño ante las enormes consecuencias que traería el no haberlo hecho a tiempo.
La estrategia de sostenibilidad
De lo anterior, nace la importancia de tener una estrategia de sostenibilidad proactiva, en la que entendamos el entorno, leamos los cambios que se están dando, los riesgos que se presentan y vayamos desarrollando capacidades de resiliencia al mismo tiempo que se planifican estrategias para mitigar el impacto de nuestras operaciones. Ésta debe también ser flexible, de tal manera que pueda dar respuesta y soluciones a los temas materiales que cada empresa tiene en particular.
Estas estrategias son muy valiosas para el negocio porque refuerzan su capacidad de respuesta y resiliencia ante situaciones de crisis; nos da la tranquilidad de saber que, en temporada de tormentas, la empresa seguirá avanzando porque estamos preparados, con capacidades y procesos que nos permitirán continuar operando exitosamente.
La economía circular juega un papel fundamental, ya que evita seguir explotando los recursos naturales y busca la reducción, la reutilización y el reciclaje de los materiales. Es aplicar criterios de diseño para los productos, visualizando el momento en el que alcancen el fin de su vida útil para lo que fueron creados y cómo entonces pudieran ser reutilizados, reconfigurados o remanufacturados, evitando así extraer material virgen.
Sin embargo, el reto principal sigue siendo crear conciencia. Para protegerse del COVID-19, la sociedad ha implementado nuevas medidas, hasta hace algunos meses difíciles de imaginar: uso de cubrebocas, uso de equipo de protección personal, distanciamiento social, uso limitado del automóvil, reciclaje de productos, entre otros. Hoy estamos comprobando que todo es posible cuando se tiene el conocimiento y la voluntad de contribuir.
El impacto de la crisis en la sostenibilidad
Durante y después de una crisis, el modelo del negocio tiene que irse adaptando a las circunstancias. Hay situaciones que quizá nunca van a regresar a ser como antes, pero justo ahí es donde están las oportunidades de crecer y de avanzar.
En estos últimos meses, hemos sido testigos de cómo la actividad económica y de la sociedad ha disminuido, y como consecuencia el planeta ha reaccionado de manera favorable; hay números más alentadores en el tema de concentraciones del CO2 y algunos ecosistemas que han empezado a recuperarse. Por ello, es importante que ahora que inicie el esfuerzo de recuperación de la actividad económica, este procure integrar la sostenibilidad en los modelos de negocios.
En esta nueva realidad, las empresas tenemos la oportunidad de repensar nuestras operaciones. Es el momento ideal de desarrollar productos, servicios, procesos y modelos de negocio sostenibles. Es nuestro deber operar con un enfoque de eficiencia energética; ya comprobamos que es posible reemplazar viajes por videoconferencias, que el esfuerzo de venta y marketing puede ser más digital que presencial, entre otras pequeñas grandes acciones que traen consigo un beneficio hacia la sostenibilidad.
Que no nos quepa duda que en esta etapa de reactivación económica, la resiliencia ambiental debe ser un elemento fundamental a ser incorporado, desde el uso de energía renovable hasta la eficiencia hídrica y la reducción de residuos. La prioridad de cuidar el medio ambiente es el camino correcto. Situaciones de crisis como una pandemia o el cambio climático, deben ayudarnos a iluminar el camino y mantener el enfoque de preservar y cuidar de nuestro planeta: el hogar de todos.
Para conocer más sobre las acciones de sostenibilidad que realiza FEMSA consulta nuestros Contenidos de Sostenibilidad 2019